sábado, 15 de marzo de 2014

ALGO




(En blanco)
Es verdad que te espero cada tarde entre montones de ceniza, soy yo calcinada por el tiempo, ese tiempo que no alcanzamos nunca, ese tiempo que no existe y en que, quizá, alguna vez, podamos vernos.


(En verde)
No hay nada más bello que tu suciedad, porque en ella estás exento de raíces, dentro de ella resucitas de tus muertes y te revuelcas y me vuelcas como una jarra de inmundicia, luego relames, febril, el recipiente en el que me has disuelto y mi deseo concurre con el tuyo en fibras de saliva y ansia.

(En negro)
Siento su lengua vieja engrasándome los pezones, su tacto es pura náusea, cree que me gusta su polla hedionda y rancia ascendiendo hasta mi boca, o busca creerlo, yo le sonrío desde mi desprecio, pero sonrío con la goma elástica de mis labios
y trago.


(Con mariposas)
Abrázate a mí, hazme sentirte en la cintura con un rastro de labios inundando mi cuello, abrázate susurrándome amor y deseo, abrázate a mí y dime si mis caderas se sacuden hacia tu sexo y mis nalgas retiemblan con tus estrategias y mis movimientos, abrázate a mí que quiero morirme en tus brazos y tu exceso.

(Oscura)
Sé que ya estoy muerta. Lo acepto. No lo acepto. Hay un dolor centrífugo en ser consciente. ¿Sabrán el resto de los muertos que se han muerto? Pero hay que fingir esta vida anticipada, hay que sobrevivirla, sobrellevarla en ampulosas redundancias. La vida es una putada constante.

(Luminosa-rara)
Me da por el culo lo que diga esa señora. A mí me gusta respirar oxígeno y llenar mi sangre de aire, me gusta sentir fiebre, calor, escalofríos, y descender a los infiernos y abrasarme. Sacar el látigo,  fustigar a los vivos y a los muertos. Y cuando acabe de cansarme de azotar tanto desaliento, tanta duda, tanto escepticismo, tanto existencialismo y dolor de los cojones, me follaré a la vida, le haré una mamada y relameré de mis labios cada gota de substancia.





lunes, 3 de marzo de 2014

BREA






No sé por qué, pero espero que huelas a brea. Mucha de la gente que conozco detesta ese olor pero a mí me recuerda penetrantemente a mis primeros veranos adolescentes. Ahora el sexo es mejor pero entonces todo era un descubrimiento. Ahora daría cualquier cosa por poder tener esa curiosidad agreste, esa forma de mirar al mundo asomándome a él por vez primera. Tú me recuerdas eso. Porque solo quieres hacer cosas que no hayamos hecho antes, porque te acercas a mí con esas ganas, con ese misterio y eso me provoca y me excita sobremanera pero, además, me da mucha ternura.

Estos días estoy triste. Quizá por eso escribo poco, follo poco y me hago muchas pajas. Una vez alguien me dijo que existía una relación proporcional entre el dolor y las masturbaciones. Como si las personas necesitáramos arrancarnos la pena a base de pajas. Yo hoy llevo cuatro. Tres te las debo a ti. En parte es hasta tierno ¿te imaginas? Con todo el dolor que hay en el mundo podría decirse que la Tierra es una esfera enorme de gente gozando al mismo tiempo, sin saberlo. Quizá esa sea la única comunión, el gozo y el dolor incógnito. Todo eso por lo que pasamos y que nadie llega a saber nunca, todo eso por lo que sufrimos tanto, y lo sufrimos casi juntos. Casi. Y lo gozamos casi juntos. Casi.

El mundo se está volviendo un lugar demasiado pequeño para ignorar tantas cosas ¿será posible tanta gente haciéndose la idiota?

El caso es que a ti te imagino oliendo a brea, a esa que se pega a los pies en la playa, que es untosa y olorosa. Igual que te imagino desnudo y a mi merced. Me gusta pensarte en un cuartito en penumbra, con los ojos vendados, sobre la cama, deseoso y muy caliente, no solo excitado, sino muy caliente. La puerta está entreabierta y te susurro. Dudas, sé que dudas pero te gusta el juego. Mis manos se acercan a ti como lo haría mi yo adolescente, tentando, tratando de probarte por primera vez. No todas las pieles reaccionan igual a las caricias. Hay personas que se tensan tanto cuando las acaricias que parece que les vayan salir pinchos de la piel de un momento a otro. La mayoría tienen miedo. Otros se dejan hacer. Y hay personas que incluso lloran cuando las tocas. La gente nos tocamos poco, así en general, nos tocamos poco. A ti te imagino caliente y esperando mis caricias, hambriento de ellas.

Esto ya te lo he contado otras veces y siempre lo imagino igual, y siempre lo imagino distinto.

Por otro lado creo que estoy en deuda contigo. Una de esas deudas impagables. Pero a los amigos no se les debe nada.

Quiero hacerte gozar. Y sé el modo. Tú sabes que lo sé.

Me imagino susurrándote cerdadas al oído mientras rozo tu piel con los dedos, amaso tus dorsales o aprieto levemente tu culo. Te digo que se me están mojando las bragas de verte así y de tocarte, que me muero de calor y que voy a quitarme la ropa. Te digo que me tienes muy cachonda y que necesito frotarme contra ti. Te digo que me muero por tu polla, que no hay nada más que mi boca desee que sentir el tacto de tu capullo deslizándose en mi lengua.

Y me quito la ropa, y rozo mi cuerpo contra tu cuerpo, y dejo que sientas las proporciones de mis tetas y la dureza de mis pezones en tu espalda. Mis manos siguen sobándote pero aún quiero más. Quiero probarte.

Acerco mi cara a tu cuello, mi nariz pegada a tu cogote, aspiro y te huelo. Sí, hueles a brea. Te muerdo el cuello. Lo beso. Lo lamo. Y mi lengua se convierte en un ser que se arrastra acuoso por tu columna. Tengo ganas de polla. Hundo mi cara en tu culo y mi boca mordisquea, besa y enloquece. Te oigo gemir y observo como levantas el culo. Sé que te mueres porque te coma la polla. Suspiras y me llamas “hijaputa” y yo sigo obcecada lengüeteando, indagando en los misterios de tu gozo y del mío.

Te doy la vuelta. Tu polla está tan dura y brilla tanto que parece un hierro al rojo. Me susurras que quieres verme pero no te dejo. Tu pecho sube y baja de pura lujuria. Rozo la punta de tu rabo con la lengua, con mi mano sostengo tu polla por la base, parece llenarse más de sangre. Sé que quieres más. Por eso no te lo doy aún. Sigo palpando con la punta, toqueteando el frenillo, penetrando levemente el agujero, trazando círculos en el prepucio. Después te pajeo, mi mano sube y baja apretándote la polla con cuidado pero firme. Te pregunto cuanto me pagarías por mi masaje pero no contestas. Paso mi boca por el tronco, besándote toda la polla como un camino infernal hacia tus huevos. Los lamo también. Te voy llenando de saliva, de una lascivia acuática y frenética. Sé que sientes al tiempo el calor y el frescor de tus huevos. Te noto cada vez más salvaje, como una fiera incapaz de contenerse. Sé que estás hipercachondo. Me pides otra vez verme pero obvio tus quejas y sigo comiéndote los huevos mientras mi mano sube y baja lentamente por tu polla descapullándote. Me suplicas verme. Estoy metidita entre tus piernas como un animal al acecho. Te digo que te quites la venda y, mientras te miro fijamente a los ojos, te pajeo con una mano y me masturbo con la otra. Ni siquiera parpadeo. Mi boca parece abrirse sola despacito como si se estuviera preparando para ti. La dejo que babee sobre tu polla mientras sigo moviendo mi mano cada vez más deprisa. Tu también me miras, fascinado, jadeando, echando la cabeza ligeramente hacia atrás. Mis pupilas se clavan en tus pupilas dilatadas. Y sigo moviendo mi mano cada vez más deprisa, manteniendo el ritmo que supongo te gusta a ti. Te pregunto nuevamente: “¿te gusta?”, me contestas a duras penas que sí, que “ohh dios te encanta, que no pare”, y yo vuelvo a preguntarte por mis honorarios, “venga dime cuánto vas a pagarme por la paja”, me dices que no sabes, que por favor no pare, que te mueres, que te encanto y yo vuelvo a preguntarte con cara de guarra mientras te miro “venga, dime cuánto, cuánto vas a pagarme por la paja”, dices que no sabes, que mucho que todo lo que llevas. Entonces paro.

El silencio se hace más denso. Tus jadeos y los míos más grandes. Dejo mis manos sobre tus muslos. Abro la boca y engullo tu rabo lentamente. Más, más. La noto toda dentro de mi boca. Todo tu placer emanando calor sobre mi lengua. Toda tu lujuria invadiendo mi garganta. Me ahogo en tu sexo y en tu celo. Me siento poderosa y desmedidamente cerda. Me entran unas ganas horrorosas de correrme pero aguanto, aguanto un poco más. Respiro. Levanto levemente la cabeza. Tu polla es un amasijo de saliva y ganas. Hilos de espuma cuelgan de mi boca a la punta de tu rabo. No dejo de mirarte. Vuelvo a mi ejercicio, te la como tan profundo como soy capaz, descanso apenas un momento y vuelvo nuevamente a tu sexo.

Me corro. Adoro correrme mientras te como la polla, mi boca tiembla y traga al tiempo que mi coño se contrae de gusto. Mis gemidos se rompen en tu rabo, me tiembla la espalda y sé que tú también estás a punto de correrte. Entonces me multiplico y lamo y trago, te pajeo y te miro, abro la boca y te suplico tu leche en mi lengua. Te miro tan fijamente que podría cortar el aire con las pestañas. Entonces sí, tu semen se precipita sobre mí, me llega, me atraviesa, me riega de vida y abandono, te siento temblar, tus caderas se adelantan, tus gemidos se ahogan en tu garganta y tu olor a brea me penetra, ese olor oleoso y fuerte inundándome de ti, de tu placer, del mío.

Esos segundos después son más míos que nada. Son tan solo diez segundos, apenas lo que se tarda en tomar una respiración profunda, ese instante en que empiezas a dejar de desearme y te aflojas como una nube cuando llueve y, en cambio, eres mío, inagotablemente mío, sin saberlo, de igual manera que puede que jamás llegues a saber lo infinitamente tuya que he llegado a ser.

Sí…apuesto a que te daría morbo pagarme…


viernes, 28 de febrero de 2014

SIN MÁS




No dejo de preguntarme cuando se va a terminar todo esto. Quizá vivir no es otra cosa que una forma lenta de ir muriendo.

 Cada día soporto menos esta forma de mirarme por dentro y no dejar de sentir cierto estupor y algo de miedo, de mí misma. Buscar dentro de uno es lo que tiene, que terminas encontrándote hasta lo que jamás pensaste...

 Hace poco alguien me dijo que “las mujeres más putas son las que más necesitan de cariño”. Yo no sé si las más putas, pero en cualquier caso ¿alguien puede no necesitar cariño? He pensado en esa frase... ¿Querrá decir que las mujeres que son putas cambian el sexo por cariño? ¿Y les (nos) llegará el cariño de esos efímeros momentos en que alguien te mete los huevos en la boca? ¿Quiere decir que las mujeres que no son putas, o tan putas no necesitan cariño? No sé... Vivo preocupada.

 Me molesta la idea de que al sexo hay que apartarle la ternura, o peor aún, de que alguien, fíjate tú que manía más tonta pueda querer a alguien a base de follárselo. Yo no sé si el contacto humano, el roce de la piel, los besos, o frotar un sexo contra otro puede llegar a formar algo parecido al amor. Para mí el amor era solo una acción, algo que yo decidía hacer o no hacer. Estaba en mi mano, no en mi necesidad si no en mi forma de ser. Puta o no, he amado mucho. No sé si puede amarse demasiado, si se puede, entonces, también he amado demasiado.

 Una siente que está amando demasiado cuando por mucho que entrega siente que alguien está en deuda contigo. Si se da el caso, entonces es el momento de irse, porque entonces ya no estoy amando, tan solo haciendo cuentas.

 Es curioso que la última vez que sentí esto, entonces me volvieron unas ganas inmensas de follar.¿Sería por puta? Una cosa son las ganas habituales y otra cosa es follar a saco, hasta que se te va el alma por el coño, follar y follar como una posesa. Follarte al tío a quien has dejado de amar, o crees que debes dejar de amar, como si quisieras matarlo a polvos. Follar hasta que deje de gustarte el sexo. Follar hasta escocerse. Follarte al mundo. Follar con él, contra él, pensando en él en otros tiempos, pensando en otro, en otros, pero follar como si el follar pudiera hacer que encontraras algo que perdiste.¿Sería el amor?

 Otro de los conceptos que últimamente vinculo a todo esto es la idea de que la gente se miente demasiado en cuanto al amor y al sexo. Tratamos de unirlos o separarlos a nuestro antojo como si no fuéramos animales que tienen una necesidad básica de satisfacción sexual, o como si no fuéramos humanos con una necesidad básica de afecto. Encuentro a demasiadas mujeres que dicen buscar amor y demasiados hombres que dicen querer solo sexo.

 El caso es que desde entonces no dejo de pensar si realmente seré tan puta porque voy buscando amor.

 Ni siquiera sé bien qué es el amor. Hace tanto tiempo que no me quiere nadie que no sé bien qué es esa cosa del amor. Quizá es que solo merezco que me follen. O que me jodan. Sin más.